CICLOTURISMO A CAZORLA (Ruta del 26 de Junio)

Al fin llegó el gran día de ir a Cazorla. La jornada amanecía lentamente pronosticando un día caluroso y con un cielo inmaculadamente limpio de nubes. El Autobús, puntual, a las siete de la mañana estaba en nuestro lugar de encuentro: La Plaza de Castilla de Antequera. Familiares, amigos y socios participantes esperaban ansiosos su llegada para partir hacia ese lugar precioso de la sierra de Cazorla, Segura y las Villas. Dieciséis bicicletas dieron mucho que hacer para introducirlas en los bajos del autobús, pero entrar, entraron. Una vez todo dispuesto, partieron dirección Granada donde disfrutamos viendo los picos nevados de Sierra Nevada con espectación. Más tarde veríamos las casas cuevas de Guadíx hasta llegar a Zujar; lugar de desayuno y partida con nuestras "flacas" para disfrutar de lo que mas nos gusta, pedalear.En el Bar el Cruce, tuvimos un primer encontronazo a la hora del desayuno. Ya nos habíamos encargado de llamar días antes al dueño para que estuviese al tanto de que un autobús lleno de gente llegaría a sus puertas el día 26 para desayunar y que no les pillase de sorpresa (incluso desde Guadíx se le hizo por teléfono una última advertencia de que estábamos a punto de llegar). Pero no me extraña que el Bar se llame "El Cruce". Allí se le cruzaron los cables al dueño, a la tostadora y a la máquina de café. Pobre hombre. No daba a basto. Primero sacó unas cuantas rebanadas de pan tostado a las mesas que no eran suficientes, pero no había puesto el aceite ni la mantequilla y el pan se enfriaba cuando ya había gente pidiendo un café con leche. Si servía la mantequilla ahora otro quería un zumo. Cuando el aceite llegaba a la mesa el pan estaba frio y duro como la apargata de un peregrino. Luego faltaba azúcar para el café que acababa tan frio como la tostada. En fin que viendo el desorden, algún socio tuvo la delicadeza de levantarse y echarle una mano al pobre hombre y así aligerar la cosa. Porque si una cosa tiene nuestro Club es el saber estar. Por eso allá donde vamos tenemos siempre las puertas abiertas.Bueno, al fin, aunque un poco tarde para pedalear (las 10:30 h.), ya bien desayunados todos, sacamos las bicis del autobús, cada uno se puso su indumentaria, se hicieron las fotos de rigor y partimos desde Zújar hasta Cazorla. Más de ochenta kilómetros de asfalto por delante. Una nueva aventura para nosotros: el cicloturista.
Todos en grupo, a una marcha llevadera para que todo el mundo más o menos la siguiera, nos pusimos en marcha por la A-315. Una carretera ancha, con buen piso, buen arcén, más o menos llana, perfecta para ir calentando motores antes de empezar las subidas que nos esperaban, que eran muchas. Todos agrupados con la indumentaria del Club, éramos objeto de las atentas miradas de los que allí viven.Tras unos kilómetros y sin abandonar la A-315, pasamos por el embalse del Negratin, con sus aguas azuladas, rodeadas por unas tierras moteadas de olivos. ¡Qué estampa!, ¡Qué belleza!... Cruzamos la presa y empieza la carretera a coger desnivel y el calor empieza a hacerse notar. Dejamos a nuestra derecha la localidad de Cuevas del Campo. Algunos socios empiezan a quedarse atrás. Cada uno decide ir a su propio ritmo. Algunos se suben en nuestro furgón de asistencia. Por cierto, esta vez conducida por Manolo Caro, que este año no ha salido ningún día con nosotros por motivos laborales y desde aqui le agradecemos su colaboración y sacrificio. Queda mucho por delante y no podemos dejarlos atrás porque no conocemos la ruta y podemos perderlos. Hay que parar un poco el carro. Eso está bien, pensando siempre en nuestros compañeros, para eso somos un Club de amigos.
Poco después dejamos atrás La Colonia, Pozo Alcón e Hinojares, para acercarnos cada vez más al temible y desconocido Puerto de Tíscar.
Las horas avanzan y el calor empieza a hacer mella en más de uno de nosotros. Aflojamos el ritmo y se organizan varios grupitos. Al ritmo que el cuerpo pida, porque hay que intentar no sufrir mucho ya que faltan muchos kilómetros por delante.
Nos desviamos para pedalear por la A-6206 hasta la JF-7092. Una carretera estrecha pero de buen piso, con muchas curvas a derecha e izquierda, rodeada de un frondoso bosque de coníferas que nos regala de vez en cuando alguna que otra sombra donde aliviar nuestro calvario, pero con una pendiente media del 5% que nos llevará hasta el Santuario de Tiscar donde haremos una breve y deseada parada. Este lugar, encaramado entre los riscos de la montaña, con una belleza que a todos nos hizo felicitarnos por la suerte de poder contemplarlo, merece ser visitado y compartir la tranquilidad y el sosiego que emana por todos lados.
Desde un desnivel de 790 metros seguimos subiendo hasta el Puerto de Tiscar, propiamente dicho, a una altitud de 1189 metros en 16 kilómetros de distancia. La verdad es que se sufre. Se sufre cuando no conoces el lugar, cuando no sabes cuando acaba lo duro de una rampa para poder relajar las piernas aunque solo sea por unos segundos. El ciclista sabe que la bici es sufrir, pero siempre se acentúa cuando no conoce una carretera. Y en nuestro caso no conocíamos para nada la ruta. Todo era una verdadera y emocionante sorpresa.
Una vez en el Santuario de Tiscar, el chorro de una fuente de agua realmente fresca nos dió la bienvenida. Rodeados de unas vistas impresionantes, esperamos a que todos subieran hasta allí. Nos refrescamos en la fuente, bebimos, comimos, comentamos la dureza que habíamos pasado y la que nos quedaba aún por pasar, nos sentamos a la enorme sombra de un árbol centenario e hicimos fotos. La mayoría de nosotros se hubiese quedado en aquel lugar. No sólo por su belleza, que de eso no cabe duda, sino porque ya estábamos bastante cansados, acalorados y hambrientos. Agradecemos tambien que abrieran la Iglesia para que pudiésemos entrar a verla, pero lo que más deseábamos era llegar al Hotel, ducharnos y comer. Así que nos pusimos en marcha una vez más.Coronando el Puerto de Tiscar, paramos bajo la sombra de una árbol a que todos llegasen porque lo que venía a continuación era una larga bajada hasta Quesada. ¡Una Bajada!. Nos parecía metira. Esa bajada en las que nuestras bicicletas alcanzaron velocidades de 70 Km/h. parecía no acabar nunca. Bajar en bicicleta después de tantos kilómetros de subida es como un milagro para el ciclista, una golosina, un regalo sorpresa, un placer inexplicable; el aire que te refresca el cuerpo sudoroso, sientes en tu mente y tu cuerpo una sensación de volar, de libertad, de flotar por el asfalto silenciosamente como si fueses el amo de la carretera. Pero todo en esta vida se acaba, hasta las bajadas y es curioso por muy largas que sean, siempre parecen cortas. Así volamos libremente hasta Quesada y de allí hasta Cazorla por la A-315, para luego desviarnos por la A-319 hasta entrar en Cazorla.A la entrada de nuestro destino, reagrupamiento. Todos juntos hacia el Hotel "Ciudad de Cazorla". Todos unidos como compañeros de batalla, como grandes amigos hasta adentrarnos en las entrañas de Cazorla, en la Plaza de la Corredera, acalorados, ansiosos por bajar de nuestras "flacas", deseosos de reencontrarnos con nuestras familias que nos reciben entre aplausos, y ovaciones, pensando en ducharnos, en refrescarnos después de un día de infierno, en comer, en sentarnos junto a los nuestros para contarles nuestra pequeña gran proeza, nuestro particular sufrimiento, nuestra sed, nuestros paisajes, nuestra vivencia compartida... esto es el ciclismo, esto es vivir.

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