SALIDA DEL 18 DE JULIO (CONVIVENCIA)

En este día caluroso de mediados del mes de Julio, nuestro Club Ciclista El Torcal de Antequera organizó con gran éxito el día de la convivencia. Clubes ciclistas como El Efebo y la Peña Ciclista Hermanos Torres de Humilladero se unieron a esta magnifica cita, donde, además de hacer una corta pero amena ruta, nos acompañaron a un desayuno en las magníficas instalaciones del Hotel Convento La Magdalena.

A las nueve en punto, como Dios manda, nuestro Club junto al de El Efebo, partimos puntuales desde la Plaza de Castilla hacia la Colonia de Santa Ana; punto de encuentro a las nueve y media con el Club Ciclista de Humilladero para ir, nuevamente todos juntos, de vuelta hacia Antequera por la carretera de Bobadilla.

Es digno de orgullo ver como varios Clubs Ciclistas se unen como si fuesen un solo pelotón para pasar en armonía una mañana de placer y diversión, sin rivalidad, sin competencia y sin malos rollos.

Una imagen vale más que mil palabras. En las fotos veréis como esa serpiente multicolor circula hacia un mismo lugar, haciendo lo que mas nos gusta, compartiendo, charlando relajadamente, disfrutando de la bicicleta, del entorno, del aire que acaricia nuestros rostros, de ese domingo por la mañana que deseamos que llegue para ir sobre nuestras “flacas” y olvidarnos por unas horas del día a día, de las obligaciones, de las preocupaciones, de las normas sociales, del mundo. Hermanados, la bici nos une por unas horas. No hace falta decirlo: somos felices. Da igual que el calor nos castigue, que el aire nos azote con fuerza, que el asfalto sea rugoso y bacheado y suba hacia arriba hasta que nuestros pulmones no consigan coger aire, que el sudor entre en nuestros ojos y nos deje ciegos, que nos duelan las piernas, el trasero, los brazos o que se nos duerman las manos. Aún extenuados por el esfuerzo de un largo día, la bicicleta formará un día tras otro parte de nuestras vidas y sin ella, más de uno envejecería velozmente hundido por la tristeza, el aburrimiento, la desesperación. Este, sin duda, ha sido un gran día. El Club Ciclista El Torcal de Antequera se ha sentido feliz por haber reunido con éxito a todos esos aficionados de distintos clubes para ofrecerles unos instantes de verdadera gloria. Hemos sido agradecidos. Pero no era necesario. La alegría de que todo haya salido como esperábamos y ver que todos y cada uno de los presentes se lo han pasado realmente bien, hace que seamos llanamente felices. Para nosotros será, si lugar a dudas, un día inolvidable. Gracias a vosotros por venir y los que no vinieron ellos se lo perdieron (sin haberlo deseado me ha salido un pareado).

A un paso agradable, con una temperatura ambiente de 30 ºC, subimos por la Avenida de La Legión dirección a la carretera del Valle de Abdalajís. Como es normal, en la subida cada uno coge su ritmo y eso hace como siempre romper el grupo y la serpiente se hace añicos. Unos llegan los primeros, son los que llamamos los “fieras”; gente competitiva que cada salida la convierten en una superación contra sí mismos. Otros, viven la bicicleta con otra filosofía y se dedican a disfrutar de ella en su plenitud; son los verdaderos cicloturistas. Estos, andan considerablemente bien, sin pasar la línea que les hace sufrir sin necesidad y disfrutan de las sensaciones que les presta la bicicleta, del paisaje, de la charla con los compañeros y por último, quedan los que menos tiempo tienen, por diversos motivos, para entrenar, los que por más que quieren no pueden, los que se quedan atrás sufriendo, pensando en coger un ritmo adecuado. Pero al fin y al cabo todos llegamos. Los primeros esperarán pacientemente a que lleguen todos y esperarán al resto del grupo. Pero no deben preocuparse. Que nadie se sienta abandonado porque nuestras furgonetas de apoyo siempre guardaran nuestras espaldas. Son nuestros ángeles de la guarda y gracias a ellas, por muy atrás que te quedes, nunca te verás solo y nunca, nunca, deberás sufrir más de la cuenta por llegar a casa, porque siempre podrás subirte en ellas y terminar la etapa.

Después de superar la subida, llaneamos por la carretera del Valle en pequeños grupos hasta el cruce que nos llevará hasta El Hotel Convento La Magdalena.

Antes de adentrarnos en su interior, una fuente nos regaló su cristalina y fresca agua y allí esperamos todos juntos a que llegasen los rezagados. Una vez seguros de que no falta nadie, entramos a desayunar a ese precioso Hotel de cinco estrellas, EL HOTEL CONVENTO LA MAGDALENA.

Debemos destacar la buena atención que nos prestó la propia dirección del Hotel y el buen hacer del personal. Y por ello agradecemos su intachable labor, ya que logró que todo, en este día de hermanamiento, sucediese sin ningún contratiempo. Cierto es, que nos sentimos como en casa. El desayuno fue genial y típico de estos lares: molletes de jamón, de diversos embutidos, refrescos, bebidas isotónicas, cafés o agua fresca ocuparon nuestras manos y llenaron nuestros estómagos. La verdad es que es un placer desayunar en un lugar tan bonito en medio de unos paisajes de tan singular belleza, rodeado de olivos y chaparros. Un lugar tranquilo donde reina la paz y el sosiego. Y si a plena luz del día este lugar es hermoso, de noche, bañado por un cielo estrellado debe ser un lugar especialmente romántico. Así que ya sabéis, si queréis tener contenta a la mujer…

Es verdad que con el estómago lleno se piensa diferente. Estábamos a un tiro de piedra, pero había que volver a Antequera. ¡Con lo fresquito que se estaba en el Hotel!. Pero, aunque más de uno se hubiese quedado allí a comer y hasta a dormir la siesta antes de ponerse a pedalear con el calor que estaba cayendo sobre la tierra, nuestra familia nos estaba esperando y era hora de regresar. Foto para el recuerdo de los que acudimos a la cita, de nuevo a montar sobre nuestras bicis y ahora ya con otro ánimo volvemos hasta nuestra ciudad.

Paralelos al camino de las Arquillas, circulamos en un sube baja por las calles parceladas que rodean el Campo de Golf y llegamos sin asimilar el desayuno hasta el Hotel Golf de Antequera. En este lugar si que ya nos despedimos de los demás Clubs con un HASTA SIEMPRE AMIGOS y, nosotros, los de El Torcal nos reunimos junto a la furgoneta de asistencia, donde José Miguel, el conductor, nos da la hoja de firmas para que cada uno deje constancia de su participación.

El fin ha llegado. Cada cual a su casa, satisfecho, contento, sintiendo que algo en su interior se ha removido y le ha hecho crecer como persona. Y es que el mundo de la bici es más que pedalear, más que un deporte; es una forma de vida con infinidad de buenas sensaciones, unas propias, otras compartidas. Hoy, sin duda, ha sido un buen día. Gracias a todos por compartirlo.

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